Hace unos cuatro años, alguien me regaló un frasquito de perfume de feronomas. Fue en un Tuppersex y todo el mundo contaba maravillas del botecito en cuestión.
Más que asegurar el éxito entre los hombres, que no lo llegué a comprobar más que con uno, con lo cual el resultado no es fiable, te daba un subidón de autoestima, aunque fuera por un ratito.
Las mujeres que estaban allí hablaban muy bien del perfume de feromonas. Esas sustancias tan importantes en el diálogo químico que mantienen hombres y mujeres y que marcan la atracción que sienten mutuamente. Sigo con el tema de la atracción fatal.
Esas sustancias químicas, que nuestro cuerpo produce dentro del órgano vomeronasal (OVN) que está situado dentro de la nariz, curiosamente son: inodoras e invisibles.
Sin embargo tienen conexión directa con las estructuras cerebrales, que regulan las hormonas sexuales y son las encargadas de disparar el deseo sexual y de despertar la “atracción química” de la otra persona.
Dicen los expertos que los individuos masculinos, con una secreción de feromonas más alta, son percibidos como machos dominantes por los demás y en consecuencia son más respetados por los hombres y más deseados por las mujeres.
Con la mujer ocurre algo parecido, las que tiene un emisión más alta de feromonas son las que provocan una respuesta más intensa en el sexo opuesto.
Por lo tanto, dicen, el hombre y la mujer que de forma natural, emiten una mayor cantidad de feromonas que los demás, estarían destinados a pasar una larga temporada juntos, en caso de encontrarse.
El poder de las feromonas y sus reacciones químicas, explican también porqué un hombre en concreto, “despierta” el mismo deseo o intensa atracción sexual en muchas mujeres y viceversa.
Al final siempre salen a relucir los ancestros que nos hacen buscar -vía feromonas- al gran macho copulador, que nos va asegurar la descendencia; o a la hembra absoluta, que va a ser la madre de nuestra camada. http://buscatuperfume.blogspot.com/
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