Se acerca la Navidad, señores y señoras del mundo. Siguiendo con el estricto protocolo que me autoexijo por estas fechas, ya he cumplido con la primera tarea de la temporada pre-navideña: buscar el perfume del año. Empieza a hacer frío y todo el mundo está esperando que alguien se atreva a dar el primer paso para comenzar a cantar villancicos y comprar castañas asadas en el centro de la ciudad. Como buen pionero, he rastreado ya todos los nuevos y antiguos perfumes que mi olfato me permite y esta es mi percepción:
Bleu de Chanel
Fue la primera que decidí probar. No había visto aún el anuncio, así que sabía que no me gustaría sin tener antes en mente la estética que pretendía transmitir. Cuánto me equivocaba. Mi intuición me dijo que debía empezar por ese perfume y creo que es el mejor del invierno.
The big pony collection, de Ralph Lauren
Toda la gama de esta colección de perfumes me parece igual. Pese a todo, tiene un olor muy fresco y espontáneo que también me gustó, aunque en mi muñeca derecha aún podía sentir Bleu de Chanel y no consiguió superarla.
L'homme, de Yves Saint-Laurent
El año pasado me pareció que tenía una esencia demasiado señorial para mí, aunque claro, en ese momento tenía 19 años y no sabía nada de la madurez. Esta vez que la he vuelto a probar me ha parecido mucho más acorde y refinada. Será la edad.
Tommy, de Tommy Hilfiger
Año tras año me sigue pareciendo una opción muy fresca y natural. Esta vez decidí volver a probarla, y me siguió encantando, pero creo que su débil fuerza comercial hace que no me termine de convencer. Es así de duro, pero creo que inconscientemente no la compro porque no sé a quién va dedicada ese tipo de fragancia.
Dirty English
Oh Dios, todavía recuerdo la noche de Navidad del año pasado en la que vi ese frasco espectacular, ese color y ese nombre tan atrayente. Supe que tenía que ser mía y que no me importaba cómo oliera si contenía la quintaesencia del mundo británico. Pero puse un poco en mi muñeca y olí una de las fragancias más desagradables del mundo. Quise seguir convenciéndome, pero era inútil. Esta vez he vuelto a darle una oportunidad, pero sigue oliendo a incienso mezclado con regaliz.
CH men, de Carolina Herrera
Su spot publicitario me conquistó el año pasado y fue el perfume que se hizo con el primero de los puestos en mi carta de Reyes. Ahora mismo la llevo y, aunque debería recomendarla, no lo hago porque no tengo ningún interés en que nadie huela como yo. Este año no volverá a ser mía porque tengo que evolucionar.
Llegados a este punto quiero hacer un inciso. Los tres perfumes que paso a describir a continuación son los que reúnen todos los requisitos para no merecer estar en el mercado. Nadie, nunca, bajo ningún concepto, debería oler a nada que se pareciera a esto:
Le male, de Jean Paul Gaultier
Sólo con escribir su nombre parece que siento la fragancia intensa y recargada contenida en ese bote musculoso. La llevé de pequeño durante tanto tiempo que conseguí odiar su olor. Además, mis receptores sinápticos del cerebro no la asocian con cordura, y cuando alguien huele medianamente a este perfume, mi mente sólo piensa en matar.
Fahrenheit, de Dior
Otra fragancia recargada, la típica que cuando la hueles piensas que a la media hora se habrá atenuado. Pero no, sigue ahí tan intensa como siempre. Además, creo que tiene varios niveles de intensidad. No sé si elegí la más fuerte, pero prefiero oler a aguarrás.
1 million, de Paco Rabanne
Me parece el perfume creado para el poligonero estándar, con su forma en lingote de oro, tan sencilla, y su anuncio publicitario. No puedo con ese chasquido de dedos.
Cuando terminé con el último perfume, quise seguir con otras ideas que tenía en mente, como 7 de Loewe o The one de Dolce & Gabbana, pero la vorágine de fragancias que desprendía me hizo pensar que era el momento de dejar mi faceta de catador, no sin antes volver a oler mi muñeca derecha. Karl Lagerfeld, gracias.
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