El olor del cuerpo del otro, su sudor, sí, pero después de haberse lavado bién: ese aroma natuarl que emana luego, en el tálamo, fruto del fragor de los besos, el sexo y el calor de la pasión. Yo asocio el olor del asfalto, cuando está recalentado por el sol de agosto, con el amor apasionado: porque en un país tropical, paseando calles, encontré, conocí e intimé con mi primer gran amor... ¡ Y qué calor había y cómo derretía al piche callero y a nuestros cuerpos masculinos, chorreantes de sudor... sin apestufa... Limpios.
¿Quién no se ha prendado alguna vez del olor de alguien? El olor tiene un poderoso influjo en la conducta sexual. Nos referimos tanto a olores corporales naturales como a perfumes afrodisíacos que gozan de gran prestigio, sobre todo entre mujeres: desde los polvos de miel comestibles que se esparcen por la piel con un plumero hasta una crema de chocolate que se extiende con un pincel. Hay para todos los olfatos.
¿Quién no se prendado alguna vez del olor de una persona? Los hay que se enamoran del perfume de alguien o de cualquier olor que un día paseando por la calle te entra por la pituitaria y que al cerrar los ojos, como para que no se te escape, te transporta a algún recuerdo. Cada día salen a la luz más pruebas de que los seres humanos se comunican a través de una química sexual silenciosa. El olor tiene un poderoso influjo en nuestras conductas, incluida la sexual. Ya lo confesaba Franz Grillparzer «apenas me llegaba la fragancia de su olor, mi corazón palpita...». Ese gusto o placer por olores y ser olido tiene un nombre científico: rinofilia. Cuando el olor despierta el placer sexual se convierte en un estimulante del erotismo.
Existen estudios que afirman que el ser humano es de los animales más perfumados. Y cada vez son más los estudios que relacionan el olor corporal y la sexualidad. Las feromonas, sustancias que hacen que haya o no excitación, tienen mucho que decir en este dulce asunto.
Comencemos primero por los olores corporales naturales. El olor a sudor es uno de los que más producen excitación. Y si no que se lo digan a Enrique II, duque de Anjou, que sintió una desbordante pasión casi obsesiva por la bella princesa Marie de Clèves tras oler de manera casi accidental una camisa empapada de sudor que ella acababa de quitarse. En tiempos pasados, las jóvenes europeas que estaban en edad de casarse recurrían a sus axilas para atraer a los pretendientes. Los hombres griegos tenían la costumbre de llevar un pañuelo en su axila para ofrecerlo a la dama elegida para bailar con ella. Y ya en la época victoriana, el hombre acostumbraba a llevar un pañuelo entre sus piernas para seducir a las mujeres; y la mujer dejaba caer al suelo sutilmente un pañuelo que había guardado en su escote... Entre los olores eróticos se encuentran el de sudor, el olor del sexo, el del acto en sí, olores y más olores, tipificados en el código del sexo sin casi darnos cuenta y pasando casi desapercibidos.
Según un estudio realizado por la Universidad de Berlín, el 53% de los encuestados asegura que el olor a sudor podría molestarle. Entre un 60 y un 70% de los 432 participantes verifican haber vivido algún tipo de estimulación con algún olor corporal: el axilar, el del pecho, el íntimo, el de después del acto sexual, el del ano, el del aliento... Los dos olores que más estimulan según el mencionado estudio es el íntimo, con un 32%, seguido del axilar, con un 21%.
Perfumes y bálsamos afrodisíacos
Mucho ha llovido desde los baños en leche de burra de Cleopatra. Y si no que se lo digan a la mujer más longeva del mundo, una ecuatoriana que asegura que llegó a los 116 años porque consumía leche de burra. De Cleopatra se dice que fue al encuentro de Antonio embalsamada de pies a cabezas con fragancias deliciosas y habiendo hecho perfumar las velas de su embarcación.
Para aquéllos que prefieren olores externos al cuerpo humano, existe en el mercado erótico una gran variedad de afrodisíacos con bases de hierbas o productos naturales. Hablamos, por ejemplo, de los polvos de miel que acarician y perfuman la piel gracias a un plumero, el chocolate extensible con pincel, la crema orgásmica de vainilla, un simple gel de baño con sabor a menta y a frutas exóticas, todos ellos comestibles también. Estos sutiles juguetitos sexuales están gozando de mucho éxito, sobre todo entre las mujeres. Incluso un inocente balsámico de labios con sabor a fresa o melocotón puede activar las feromonas, ávidas de olores sugerentes. El consumo de perfumes y la oferta de sustancias odoríferas crecen año tras año.
El olfato es el más sensual de los sentidos, y el más ignorado y menos valorado. Es el pariente pobre de los sentidos. Seguro que Grenouille, el protagonista de El Perfume, un obseso de los olores femeninos, hubiera creado toda una línea de olores eróticos.
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